Escuela de Capacitación CePA.
Centro de Pedagogías de Anticipación.

Curso en Sede:
"Familia y Escuela en la Diversidad", Primer Cuatrimestre.
Sede Central 9ª. Av. Santa Fé 4300.

Núcleo:
"Sujetos e Instituciones."

Diseño y Publicación del material, Prof.Patricia Mendy.
2007

jueves, 3 de mayo de 2007

Rock de los jóvenes Vulnerables.

Rock de los jóvenes vulnerables

Aldo Isuani – Daniel Filmus

Un politólogo (Isuani) y un sociólogo (Filmus) dialogan sobre la sombría realidad de los jóvenes de los 90, cada vez más condicionados para incluirse en la sociedad, con una educación devaluada y un mercado laboral que pide mucho y da poco.


Cada vez más, los jóvenes de bajos recursos en condiciones de ingresar al mercado laboral sienten que entran, en verdad, al reino de la imposibilidad. La evolución de la oferta de trabajo en las últimas décadas tiende a concentrarse en quienes manejan un alto nivel de especialización y condena al resto a flotar entre el desempleo o la paga irrisoria. El politólogo Aldo Isuani planteó esta encrucijada; el sociólogo Daniel Filmus advirtió sobre la amplitud de la franja de vulnerabilidad ante la exclusión. Filmus planteó la revalorización de algunos instrumentos que podrían allanar el camino a los jóvenes. Si Isuani encuentra fallas estructurales en modelos políticos que también impregnan a la sociedad, Filmus consideró que, de cualquier forma, la escuela sigue siendo la clave. Pero apunta que el ámbito educativo requiere cambios urgentes para cubrir una brecha. El desfase está dado porque mientras los alumnos sintonizan con el ritmo del video-clip o del zapping, las escuelas “todavía no han superado la velocidad del Winco”.

-¿Qué cambios vienen enfrentando los jóvenes, en la Argentina, en este fin de siglo?

Filmus: Históricamente, la Argentina estaba acostumbrada a la movilidad social ascendente: era tradicional que los jóvenes se proyectaran para superar la situación de sus padres, aún si eran humildes sus expectativas eran de estudio y de mejor integración con la sociedad. La generación de los últimos años ya no tiene esas certezas. Están ante un futuro en el cual el trabajo es incierto. Muchos jóvenes sienten que están viviendo en un mundo de engaño; reciben promesas que no se corresponden con la práctica. Es el fin del optimismo y, por lo tanto, llega la vulnerabilidad. ¿Habrá espacio para estos jóvenes del futuro? El crecimiento económico de la década del noventa no abrió más lugares de trabajo ni situaciones de bienestar para muchos sectores de la población.

Isuani: Hablando sobre los problemas del presente y del futuro, un joven me dijo: “La verdad es que yo admiro a su generación, de los sesenta. Porque fueron rebeldes. En cambio nosotros tenemos que cuidarnos hasta para hacer el amor”, Me golpeó esa reflexión. Es verdad, si uno estudiaba tenía posibilidad de conseguir trabajo profesional; si no estudiaba, siempre algo conseguía. Estamos en un proceso inverso; se acabaron las promesas y lo grave es que no hay una utopía, no hay un mundo al cual aspirar y soñar. Todo se ve negro. Es el mundo del “no se puede”.

-Ese “no se puede”, ¿tienen que asumirlo todos los jóvenes?

Isuani: Es que hay un cambio fundamental en el eje de la estructura productiva, que demanda un componente muy alto del conocimiento para ingresar al sector moderno de la economía. Y las diferencias entre bajos y altos ingresos son cada vez más abismales. La tasa de desempleo de los jóvenes de 15 a 24 años del sector más pobre de la población es del 45 por ciento en la Argentina. En cambio, en el sector de mayores ingresos los jóvenes sólo llegan al 7 por ciento de desocupación. Pero no necesariamente los jóvenes de mayores ingresos están haciendo lo que quieren hacer; pueden estar trabajando en cosas para las que están sobrecalificados. Han conseguido trabajo desplazando a otros que están calificados para un trabajo menor, en un peldaño más abajo en la escala laboral. Aquellos con menor calificación y con menos ingresos terminan en el fondo de la fosa.

Filmus: Los jóvenes son las víctimas del modelo social que estamos ofreciendo, pero tampoco se puede deducir que éste sería el único método posible que no tiene más remedio como el caso de la anomia de ser asesinos o robar, caer en la violencia. Por eso yo insisto en que es importante la educación que no sólo brinda condiciones de empleabilidad sino que también brinda condiciones de convivencia democrática.

Isuani: Para mí tiene más incidencia la dinámica del sistema productivo. No niego el aporte que pueda hacer la educación, y los cambios que requiere. Pero, si todos se gradúan en la universidad, esto no significa que se resuelva el tema del desempleo. Va a haber universitarios desempleados. Si mañana nos despertamos y hay dos millones de nuevos puestos de trabajo, vamos a trabajar todos aunque no tengamos primaria completa. Entonces, una cosa es el sistema productivo, otra cosa es el aporte que pueda hacer la educación.

-La educación, ¿puede neutralizar la diferencia marcada por los distintos niveles socioeconómicos?

Filmus: Hay una falacia respecto de la promesa que es la educación. El problema es que la educación no modifica sustancialmente el mercado de trabajo. El mercado de trabajo tiene reglas autónomas. Si todo el mundo se educa más, lo que se va a dar es lo que planteaba Aldo recién: el “efecto fila”. Son colocados primeros en la fila de buscadores de trabajo los que tienen más educación, últimos los que tienen menos educación. Significa que si uno tiene muchos más jóvenes que se educan, puede pedir los jóvenes con escuela media para ser cadete, es lo que está pasando. Pero no es que necesite escuela media para ser cadete, sino que lo pueden pedir porque tiene una oferta mayor. En el fondo de la fila van quedando los que tienen menor educación. En un país donde la mitad de los jóvenes no terminan la escuela media, se discrimina a los que tienen un componente económico más bajo. Esto quiere decir que muchas veces lo que hace la educación es legitimar la diferencia social.

-¿La vulnerabilidad es mucho mayor en los humildes o en los jóvenes de clase media baja?

Filmus: El riesgo de vulnerabilidad o de marginación es ahora muchísimo más alto para el que no estudia que para el que no había estudiado hace 20 años, donde siempre tenía un espacio. En el fin de la década del 90 para esa gente no hay lugar posible. Ahora, tiene más que ver con la educación, pero más que nada con la cuestión socioeconómica, está condicionada por situaciones de origen. De ahí la manifestación de violencia de los jóvenes, en una sociedad que cierra todas las puertas.

-Puede darse que, quien sabe competir mejor, aunque no tenga más preparación, consigue el trabajo que otros no consiguen.

Filmus: Sí: ahora la responsabilidad es individual. Lo cual genera un nivel de competitividad donde el enemigo pasa a ser el de al lado, uno de los dos se tiene que salvar cuando no hay lugar para todos, tiene que agarrar el salvavidas. En este sentido genera un criterio de que todos tienen que correr cada vez más rápido para estar en el mismo lugar. Una carrera contra los otros: ésta es una imagen que ha dado Susana Torrado: una carrera, donde hay cada vez menos carriles.

-En la crisis del fin de siglo, ¿se amplía la vulnerabilidad?

Filmus: En buena parte y según lo plantea Alberto Minujin, que trabaja el tema en UNICEF, se amplía y profundiza la franja de vulnerabilidad. Es gente que estuvo integrada y que ahora sus hijos van en vías de la desintegración. Desde esta perspectiva, el que está siendo marginado expresa su violencia contra toda la sociedad; el obrero contra el patrón, el patrón con otro patrón. Cada uno tiene un adversario. Uno se pregunta: ¿Qué lugar ocupa la patota? Ocupa el lugar de integración social en momentos en que los grupos de pertenencia no funcionan. Las patotas se producen entre los grupos marginados, por un proceso que estudió Aldo de la anomia. A este sector le da lo mismo tirar un obrero desde el tren, matar a un chico por sus zapatillas, porque realmente siente que toda la sociedad lo está marginando.

-La desorientación, ¿genera el fenómeno de anomia?

Isuani: Surge un cambio brutal en estos años porque la acción colectiva ya no tiene lugar. Pero la anomia se refiere fundamentalmente a la ausencia de reglas, a la desorganización. La sociedad vive en una etapa de transición, y el nuevo orden todavía no tiene solidez, genera confusión. Esta falta de orden aleja cada vez más a los “incluidos” de los “excluidos”. Los excluidos, si están cerca del bolsillo de un incluido, pueden tentarse a sacarle la billetera; una “redistribución”, obviamente resentida, del ingreso. Comienza a gestarse que los incluidos asuman una postura crecientemente dura y distante de los excluidos.

-La inclusión no siempre es duradera; ¿la vulnerabilidad se extiende, se profundiza?

Filmus: El tema de la vulnerabilidad tiene que ver con la cuestión social. Pero estamos en la inclusión-exclusión; hay un alto nivel de incertidumbre en la sociedad. Ante la tendencia de marginación muy fuerte, hay una franja de gente que está en el límite entre uno y otro. La vulnerabilidad es la posibilidad de no reunir las condiciones de capacidad y origen socioeconómico como para asegurar la inclusión. Por supuesto, se profundiza el riesgo de un sector vulnerable cuyas posibilidades de pasar en cualquier momento a la cuestión de la pobreza son bastante posibles.

-¿Por ellos o por la escuela?

Filmus: Por la escuela. El sistema educativo transmite una educación de muy baja calidad. Hay como una suerte de engaño; los chicos tienen más años de escuela, más sacrificio, menos conocimiento. La educación es tanto o más importante que antes. Antes era como un trampolín que te permitía ascender a un nivel social más alto; ahora siguen estudiando, van a la escuela y a la universidad muchísimos jóvenes porque la educación se transformó como en un paracaídas. En la sociedad todos bajan; cuanto más educación tienen bajan más lentamente; pueden pelear mejor contra esa creciente tendencia a la marginalidad.

Isuani: También considero primordial a la educación, pero hay un dato importante: del sector más pobre, un 25 por ciento de los jóvenes, ni estudian ni trabajan, no tienen condiciones para trabajar. Y además la sociedad los incita a través de los medios masivos a un consumo al que no tienen ni van a tener acceso.

Filmus: La escuela no es una campana de cristal. Y hay un propio malestar económico escolar; la escuela media principalmente no responde a las demandas de las necesidades que tienen los chicos; no contesta a las preguntas que plantean todos los días, no genera las condiciones del placer por el aprendizaje que hace que los chicos vayan y se sientan contenidos. La velocidad con que se mueve la escuela es distinta; fuera de la escuela, los chicos se mueven a la velocidad del video-clip, del zapping. Y la escuela es como “el Winco”. La escuela no es apta a las transformaciones y eso es un choque.

-De todas maneras usted coincide en que la concentración del mercado de trabajo trae a los jóvenes la falta de expectativas.

Filmus: Entiendo que muy a menudo un médico va a desalojar a un visitador médico, un arquitecto a un dibujante, un contador a un administrativo. Desaloja a otro, pero no consigue lo que quiere. Tiene que seguir estudiando: si bastaba un título universitario, hoy hace falta tener un posgrado. Y si todos tenemos posgrado, hace falta tener un posgrado en el extranjero. Si no, hace falta un papá con la misma profesión y nos delegue una parte de su trabajo. Cada vez se necesitan menos personas en los puestos de alta calificación; se distribuye el trabajo en una forma sumamente antidemocrática. Esto es un elemento clave, no es que las nuevas tecnologías demanden menos personas.

-¿Qué formas de resolución sugiere?

Filmus: Políticos o empresarios deciden echar gente; podrían distribuir más democráticamente el trabajo y esa sería una manera de procesar los nuevos cambios tecnológicos. Sobre el fin de la década hay menos equidad. Por un nivel de competitividad productivo se pospone la igualdad. Y los jóvenes si no encuentran caminos para ingresar no se van a quedar de brazos cruzados. Van a buscar otra forma, y muchas veces tiene que ver con la violencia urbana que estamos viviendo. Se enfrentan ante un mundo que les cierra cada vez más las puertas.

Isuani: Algo de la época de las utopías desapareció; no se escucha la palabra “proyecto” entre los jóvenes, Antes, el proyecto era sobre un mundo previsible; ahora es casi existencialista. Si hay algún proyecto, es a cortísimo plazo.

Aparecido en: Clarín, Domingo 04 de julio de 1999

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