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2007

lunes, 7 de mayo de 2007

La Familia Argentina: pasado, presente y futuro

Lic. Eduardo H. Cazabat

Artículo publicado en Cuadernos de Terapia Familiar, Año XII, II Época, Nº 38, primavera-verano de 1998

RESUMEN

En este artículo se realiza una breve síntesis histórico-social de la conformación de la familia argentina, desde la conquista española a la actualidad y de las diferentes corrientes migratorias que aportaron a este proceso. Se detalla someramente la realidad económica y social actual, como marco en el cual vive la familia argentina. Se describen los principales fenómenos que se verifican en la dinámica familiar, provocados o condicionados por la esta realidad socio cultural de fin del milenio.

INTRODUCCIÓN

Un análisis sistémico de la Familia Argentina nos lleva casi obligadamente a hacer un recorrido histórico. Para poder comprender su conformación actual, en un país poblado principalmente por descendientes de inmigrantes, se hace necesario conocer su evolución histórica, sus orígenes y fuentes, el origen de sus componentes y cómo ellos y sus costumbres fueron fundiéndose y transformándose a lo largo del tiempo hasta llegar a ser lo que es hoy.

Asimismo, se hace imprescindible pintar un somero panorama de la realidad actual, económica y social, el marco en el cual se desarrolla la vida diaria de la familia argentina.

LA CONFORMACIÓN HISTÓRICA DE LA FAMILIA ARGENTINA

Los primeros antecedentes de la actual Familia Argentina, podemos encontrarlos a principios del siglo XVI, con la conquista española. Las corrientes colonizadoras, formadas casi exclusivamente por hombres procedentes de clases desposeídas de España, que, al establecerse, se vieron obligados a unirse con las mujeres aborígenes. Este fue el nacimiento de los criollos, hijos de españoles y aborígenes. El sistema cerrado impuesto por la corona española determinó que al menos hasta el siglo XIX, esta fuera la composición étnica predominante. Aun con la independencia Argentina de España (1816) la composición social no cambió mucho.

Con el advenimiento de la 2ª revolución industrial europea y las convulsiones sociales que la sucedieron a mediados del siglo pasado, se desencadenó una ola inmigratoria muy numerosa. Así fue que Argentina, país extraordinariamente extenso (3 millones de km2) y desolado, recibió inmigrantes que, ya sea buscando trabajo y oportunidades, ya sea escapando de la represión de la Comuna de París y otros movimientos revolucionarios transformaron el panorama social. Nuevas oleadas de españoles (entre los que predominaban los vascos y gallegos), italianos, franceses, alemanes, judíos de Europa central y oriental que huían de los progroms , rusos, ucranianos, sirio-libaneses, la mayoría de los cuales fueron a vivir a las ciudades conformaron una gran caldera donde se mezclaron diferentes culturas y costumbres.

Así pues, el peso de la inmigración europea, y el exterminio emprendido en la guerra por ganar tierras a los indios (la llamada Conquista del Desierto, 1877), dejó en un segundo a plano a la población aborigen, en número y en importancia cultural.

Ya durante este siglo, la población argentina se nutrió de armenios escapados del genocidio, japoneses, italianos, españoles exiliados por causa de la Guerra Civil, judíos escapados de la Segunda Guerra Mundial, etc. También hay un aporte permanente de los países vecinos (Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Perú) que también vienen en busca de oportunidades de trabajo.

Pese a toda esta inmensa masa humana, el campo y el interior del país continuaron prácticamente despoblados, pues la inmensa mayoría fue a recalar en las ciudades, particularmente Buenos Aires (que actualmente concentra 13.000.000 de habitantes, equivalente a más de la 3ª parte de la población del país).

Por lo tanto, la Familia Argentina, tiene una relativamente corta historia. Pocos son los que pueden contar más de 3 o 4 generaciones en el país. Casi todos los argentinos tenemos una mezcla de abuelos o bisabuelos de las mas diversas nacionalidades, con historias familiares que se han ido perdiendo. Algunas de estas comunidades se han integrado y dispersado en esta caldera social, otras han tratado de conservar su identidad,(como los judíos, los gitanos, etc.) manteniéndose relativamente cerradas, propiciando los casamientos dentro de la propia comunidad, y hasta instalándose masivamente en determinados barrios o pueblos.

En los últimos años, se ha agregado la inmigración de los países de Asia (principalmente coreanos y chinos) comunidades especialmente cerradas como consecuencia de su distancia cultural y las dificultades idiomáticas, pero éste es un fenómeno relativamente nuevo en términos históricos como para analizar el impacto social.

En suma, un viejo dicho popular sintetiza claramente esta realidad: “los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos descienden de los incas, los argentinos descienden de los barcos”.

LA HISTORIA SOCIAL RECIENTE

Como veníamos viendo, la Argentina fue tradicionalmente un país receptor de migración. Pero en las últimas décadas, como resultado de regímenes militares extraordinariamente represivos, y de políticas económicas que destruyeron fuentes de trabajo, la Argentina se convirtió en país emisor de emigrantes. Es así que hoy se pueden encontrar colonias de argentinos en muchos países del mundo, principalmente en España, México y Estados Unidos. Luego del retorno de la democracia en 1983, muchos volvieron al país, con hijos "extranjeros" (en Argentina rige el "ius solis", es decir que la condición de argentino se adquiere por el hecho de haber nacido en territorio argentino), habiendo incorporado costumbres, pensamientos y perspectivas nuevas, y fundamentalmente revalorizando las raíces históricas y sociales de sus antepasados.

La última dictadura militar (1976-1983) fue particularmente sangrienta, y dejó un saldo de entre 10.000 y 30.000 "desaparecidos". Esa herida en la sociedad argentina que aún sigue abierta por la falta de castigo a los responsables, tiene un fuerte impacto emocional, además de haber diezmado a toda una generación (los que hoy cuentan entre 40 y 55 años).

LA SITUACIÓN SOCIAL ACTUAL: EL ESCENARIO DONDE VIVE LA FAMILIA ARGENTINA

En las últimas décadas, por imperio de las políticas neoliberales predominantes, el panorama económico y social tradicional ha cambiado drásticamente en la sociedad argentina.
Los recortes de gastos del estado han llevado a un deterioro notable en muchos aspectos de la vida cotidiana. El estado, que anteriormente regulaba, y regía muchos de los aspectos de la vida social, se ha ido retirando progresivamente, dejando desprotegida en más de un sentido a la familia argentina

En cuanto al trabajo, la pauperización de sectores cada vez más grandes de la población (un tercio de la población vive bajo los índices de pobreza), el desempleo (que actualmente se ubica en un 14%), el sobreempleo (gente que debe trabajar de 10 a 12 horas al día, los 7 días de la semana), los salarios bajísimos, impactan fuertemente en la familia argentina y en su dinámica. Los miembros de algunas familias rara vez pueden compartir una comida, o una salida de fin de semana, porque alguno de los integrantes está siempre trabajando. Las clases medias, que predominaban ampliamente en el espectro social, han ido reduciéndose.

Con respecto a la educación, la Argentina siempre fue un país que se preció por sus altísimos índices de alfabetización, gracias a una política de gratuidad y universalidad de la enseñanza. Sin embargo, la calidad de la educación ha ido deteriorándose, junto con el aumento de la deserción escolar. Perpetuando el círculo, esto da como resultado mano de obra menos calificada, con salarios más bajos, y que no puede darle la educación adecuada a sus hijos. Como contracara de esta moneda, muchos universitarios se ven imposibilitados de ejercer su profesión, debiendo aceptar puestos de trabajo muy por debajo de su capacidad. Es obvio decir que esta situación de frustración se transmite a toda la familia, de tal manera que, muchos argentinos, tradicionalmente orgullosos hasta la soberbia de su propia condición, hoy piensan cómo emigrar, soñando con un paraíso perdido difícilmente recuperable.
Los hospitales públicos y gratuitos, que tradicionalmente fueron escuela de buena medicina, hoy se encuentran con bajos presupuestos, sin poder atender la demanda de los sectores más necesitados, que sin poder pagar la medicina privada, quedan prácticamente librados a su suerte. Así, un tema que históricamente se hallaba bien resuelto, hoy pasa a ser prioritario en cualquier familia de recursos medianos a escasos.

La situación de la ancianidad no es la excepción, y los ancianos viven un estado de desprotección y abandono. Habiendo perdido su ubicación otrora predominante en el mapa familiar, se han transformado en una carga social, y su destino final es el de terminar internados en un geriátrico.

La inseguridad y los índices delictivos crecen, y a la par crecen los servicios privados de seguridad. Los menores de edad participan crecientemente de este fenómeno a la vez como víctimas y victimarios.

Muy sintéticamente, este es el ambiente, difícil y hostil en el que la familia argentina debe desenvolver su vida cotidiana.

LA FAMILIA ARGENTINA DE HOY

Luego de estas consideraciones, llegamos entonces a la siguiente pregunta: De qué familia hablamos? Es difícil hablar de una sola familia argentina, pensar que una familia rica, que vive en un barrio cerrado con custodia, que envía sus hijos a un colegio inglés pueda tener mucho en común con otra familia que, a pocos metros, al otro lado de la autopista vive en una villa de emergencia, en una casa precaria de madera, en la que se hacinan en una sola habitación 10 personas, con hijos que deben ir a trabajar desde pequeños. O con aquella otra que vive en una pequeña ciudad de provincia, con escasos recursos culturales, y una estructura casi feudal. La polarización cultural que podemos encontrar casi en todos los países entre las grandes ciudades y el interior, en Argentina se ve remarcada por el peso económico, cultural, y demográfico de Buenos Aires. Por lo tanto esta descripción esta contaminada por ser el autor originario de Buenos Aires y será materia opinable.

Todos los antecedentes y hechos descriptos precedentemente condicionan fuertemente a la familia argentina. El desempleo ha determinado un cambio en la estructura de muchas familias. En muchos casos, el hombre, desempleado, ve desdibujado su papel en la familia, y cae en el alcoholismo y la violencia. Por otro lado, la mujer, que más frecuentemente encuentra trabajo en el área de servicios (doméstica, vendedora, etc.) es quien aporta ahora el dinero al hogar, produciendo una redistribución de las relaciones internas, y generando conflictos, especialmente en las clases más bajas, tradicionalmente más machistas.

Como fenómeno relativamente nuevo en Argentina, el consumo de alcohol y drogas en cada vez más amplios sectores de la juventud se va generalizando, siendo causa y consecuencia a la vez del deterioro social.

También debido a la liberalización de las costumbres, a la movilidad social y a la incorporación de la mujer al mercado laboral, lo que redunda en un aumento de su autonomía y capacidad de decisión, se puede verificar un aumento muy importante de las familias uniparentales, en las que la crianza de los niños pasa a estar a cargo de una empleada, del jardín maternal o de la abuela, mientras la madre trabaja.

Como consecuencia también del aumento de la autonomía, y de la capacidad económica femenina, así como la aceptación social de nuevas relaciones, formalizada en la ley de divorcio, continúa en aumento el número de las familias ensambladas, en las que es increíblemente difícil trazar un genograma del grupo familiar. Consecuentemente, el concepto de familia extensa se va haciendo poco operativo y difuso. Las fronteras de las familias y subsistemas son difíciles de trazar.

CONCLUSIÓN

Resulta difícil poder transmitir una "fotografía" de la familia en tiempos de cambios tan vertiginosos. La lente de la globalización hace dificultoso discernir hasta qué punto un proceso es característico de un país, o es parte de toda una corriente mundial, y en tal caso, cómo debería encararse. Lo que resulta claro es que el fin del milenio trae aparejados ciertos males sociales que hacen fuerte impacto en la familia. Como terapeutas familiares, quizás podamos aportar un pequeño grano de arena para que las familias puedan resistir de la manera más saludable posible este embate que está más allá de nuestras posibilidades como tales.